Tradicionalmente, las finanzas son un tema masculino. La creencia del hombre proveedor, sostén de familia y tomador de decisiones financieras está fuertemente arraigada en la psique latinoamericana.
Debo confesar que esta es una visión que a veces se me presenta como ajena y poco realista. Probablemente porque vengo de un hogar donde tanto la función de proveer dinero como la administrar estaba equilibrada. Mi mamá fue una mujer profesional e independiente económicamente, que ocupó importantes posiciones dentro de la industria en la cual se desarrolló, casualmente en el área de las finanzas. Todo esto tuvo un impacto en mí, tanto como mujer como profesional. Nunca he pensado que, en el ámbito del dinero, las mujeres, están en una posición de desventaja respecto a los hombres.
Sin embargo, el mundo no es así. Las brechas de género son una realidad, su origen y repercusión es diverso, impactando incluso el nivel de desarrollo de la economía de los países.
Según Naciones Unidas, una de cada tres mujeres casadas en países en desarrollo no tiene control sobre el gasto de los hogares en compras importantes y una de cada diez no es consultada sobre cómo se deberían utilizar sus propios ingresos.
Si bien se ha avanzado mucho en los últimos 50 años para reducir las brechas de género, las mujeres aún no participan en la fuerza laboral al mismo ritmo que los hombres en la mayoría de los países. De acuerdo a estudios realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo, la participación laboral femenina en la región es de 58%, mientras que la masculina es de 82%. La causa de esto radica en que, especialmente en los mercados emergentes y los países de bajos ingresos el acceso de la mujer a la educación, los servicios financieros y los derechos legales sigue siendo limitados. Estas diferencias dan como resultado un menor poder económico para las mujeres, menores ahorros y pensiones y un menor crecimiento y desarrollo económico en estos países.
Enseñando con el ejemplo: el impacto de la mujer en las finanzas del hogar.
Como madres y líderes dentro del hogar tenemos no solo la oportunidad sino el deber de formar nuevos individuos con una visión distinta. Es sumamente importante que las mujeres sigamos estudiando y aprendiendo de finanzas, para romper ese estereotipo de que no somos buenas con el dinero o que solo sabemos gastar. Para esto hay algunas acciones que podemos implementar
- Educarse financieramente de manera continua: existe tanta información en Internet, cursos, literatura, desde las nociones básicas hasta las más avanzadas. Es cuestión de empezar a buscar y comprometerse con un objetivo.
- Ser un consumidor inteligente: no solo se trata de buscar ofertas y comparar precios. Implica tomar decisiones desde la información y el análisis de vendedores, marcas, calidad, precios, garantías, etc. También significa enfocarse en la necesidad real de ese producto o servicio para distinguir cuando compramos por impulso o cuando respondemos a una auténtica necesidad.
- Promover la educación financiera de nuestros hijos: La casa es la primera escuela, donde se forman los primeros hábitos y costumbres que adquirimos. En las primeras etapas, cuando son pequeños, nuestro propio comportamiento y nuestras expresiones sobre el dinero y las finanzas serán en primer patrón de referencia, pero a medida que van creciendo y están en capacidad de entender conceptos más abstractos es importante cultivar ese conocimiento y complementarlo con la libertad de que vivan sus primeras experiencias.
- Asumir un rol activo y complementario a tu pareja, en el manejo del presupuesto familiar: Involucrarse y perder el miedo a las finanzas, de ser necesario educarse y buscar ayuda. Muchas veces se delega esta responsabilidad en el hombre con la falsa creencia de que ellos si manejan el tema, y en muchas ocasiones esta persona tampoco está preparada y termina cometiendo errores financieros que perjudican a todo el grupo familiar.
- Buscar nuevas fuentes alternativas para generar ingresos: Uno de los grandes aprendizajes de la pandemia es que en Internet tenemos interesantes opciones que no requieren salir de casa ni de la inversión de una gran cantidad de tiempo.
Nuevas oportunidades: la economía gig.
Los trabajos ‘gig’, un término anglosajón que se refiere a trabajos cortos, ocasionales, que se pueden realizar de forma paralela y donde la intermediación se hace a través de una plataforma digital. Tal es el caso de Uber, Airbnb, Rappi y otras. Están creciendo a pasos agigantados en la región, creando nuevas oportunidades laborales al tiempo que transforman el mundo del trabajo.
Para el mercado laboral femenino representa grandes oportunidades, ya que proporciona la flexibilidad de tiempo que se dedica al cuidado de los niños o seres queridos y atender ciertas tareas del hogar. Por otra parte, el entorno digital reduce las barreras de entrada, permite el acceso a una gama más amplia de clientes, y disminuye los costos de mercadeo y ventas de un negocio tradicional.
El camino hacia una mayor participación de la mujer en la finanzas está marcado. Desde nuestro rol individual debemos seguir aportando valor para cambiar la visión tradicional y alcanzar nuevos estándares de prosperidad en nuestro entorno.
Artículo escrito por Paula Vargas para la revista Estampas. Publicado el 05-03-2021. Leer aqui